Editorial

Por Juan Marcos Pueyrredón

Publicamos en esta Navidad un nuevo número de la Revista VALORES, dedicado al Nacimiento de Jesus y a su Madre, Maria, la Madre de Dios.

María es la Puerta que nos conduce al cielo, María es la Puerta que nos abre a la suprema belleza de Dios

Así lo proclamaba solemnemente al mundo el gran Papa santo Paulo VI en el Congreso Internacional Mariano de 1975:

“Si, Queridos amigos: tenemos necesidad de mirar a María, de señalar su belleza incontaminada”

Porque La belleza de María es el esplendor de la Verdad, es el reflejo del Verbo eterno, hecho carne entre nosotros.

Es la obra primorosa de arte de Dios, el prototipo de lo que el Creador puede hacer en su criatura humana cuando no opone resistencia al poder de su gracia. María es el milagro operado en el sometimiento total a la bondad de Dios.

Este número de VALORES, no quiere sino contemplar los rasgos de la hermosura de María como mujer virgen, Madre de Dios y nuestra, modelo eterno femenino, de todas las mujeres de la tierra, sin excepción alguna, tal como la han retratado algunos de los mejores pintores de la humanidad, como asi también las estrofas y versos de muchos de los mejores poetas de nuestra Patria y del mundo entero.

Como alguna vez ha sido dicho es preciso dar gracias a Dios porque existen los artistas, los pintores y los poetas, pues sin ellos nadie habría descubierto y comprendido en todo su significado, humano y divino esta misteriosa maravilla que es María.

María es la llena de gracia, la favorecida. Mar de Gracia, como lo decía el gran poeta tucumano Rafael Jijona Sánchez, Ella ha sabido responder, rendirse a Dios con íntegra disponibilidad, para que la belleza divina no encontrara rémora ni resistencia, sino acatamiento y entera acogida.

María, nos enseñaba ese extraordinario Papa que fue San Pablo VI es la criatura «toda hermosa»; es el «espejo sin mancha»; es el ideal supremo de perfección que, en todo tiempo, han tratado los artistas de reproducir en sus obras; es «la Mujer vestida del sol» (Ap. 12,1), en la que los rayos purísimos de la belleza humana se encuentran con aquellos otros soberanos, pero accesibles, de la belleza sobrenatural.

Porque como le cantaba Claudel, desde Notre Dame

“eres bella y eres Inmaculada

La mujer por gracia al fin rehabilitada
La criatura en su honor primero y en su florecimiento total
Como salida de las manos de Dios en la mañana de su esplendor original
Porque eres la mujer. Edén de antiguas ternuras olvidadas
cuya mirada penetra el corazón y hace brotar lágrimas acumuladas."

María, explicaba el Papa Paulo VI es la «llena de gracia» (Lc 1,28), o sea, podemos decir, la llena del Espíritu Santo, cuya luz brilla en ella con un resplandor incomparable.

¡Cuántos nobles sentimientos, nos insistia entusiasmado el Papa Santo-cuánto deseo de pureza, qué espiritualidad renovadora podría suscitar la contemplación de belleza tan sublime! Ya que en nuestros días la mujer avanza en la vida social, nada más beneficioso y más jubiloso que el ejemplo de esta VirgenMadre emitiendo destellos del Espíritu Santo, que, con su belleza, resume y encarna los auténticos valores del espíritu.

Estamos convencidos, de que esta vía de la belleza puede ser hoy un camino muy adecuado para que el hombre contemporáneo, especialmente los más jóvenes, descubran en la belleza de María la verdad natural y sobrenatural. En un mundo muy impuro como es este, donde lo feo, lo estúpido y los horrible esta de moda, que mejor que oponer a ello, la belleza y la pureza de María., la Reina de todo lo creado.

Es que como dice el poeta Echeverrygaray en sus versos:

"Quiso el Amor tenerte a ti, SeñoraSeñora y Madre del Amor Hermosopor Madre y por Señora, llanto y gozo,Que tras la noche llévame a la aurora;y en ti, Señora del Amor Dichoso,hallo regazo maternal que llora"

Es que como destaca el Papa Emérito Benedicto XVI:

“La belleza auténtica, abre el corazón humano a la nostalgia, al deseo profundo de conocer, de amar, de ir hacia el Otro, hacia el más allá. Si aceptamos que la belleza nos toque íntimamente, nos hiera, nos abra los ojos, redescubrimos la alegría de la visión, de la capacidad de captar el sentido profundo de nuestra existencia, el Misterio del que formamos parte y que nos puede dar la plenitud, la felicidad, la pasión del compromiso diario.

Es que como afirma Simone Weil:

“en todo lo que suscita en nosotros el sentimiento puro y autentico de la belleza está Dios. Existe una especie de Encarnacion de Dios en el mundo, cuyo signo es la belleza. Lo bello es la prueba experimental de que la Encarnacion es posible. Por esto, todo arte de primer orden es por su esencia religioso”

Y que decir si de lo que se trata no es de contemplar la belleza de cualquier creatura, sino la de María, obra maestra de Dios, superior a toda creatura, admiración y gozo de los angeles, Espejo de Luz Divina, Espejo ideal de belleza y de Bondad como la llamaba el Papa Pablo VI.

Si existe alguna imagen que pueda representar por medio del arte la sobrenatural belleza de María es, sin duda, el icono de Vladimir o Virgen de la ternura que aparece como segunda secuencia en esta publicacion.

María, como nos dice el gran artista Contreras Molina:

“nos mira con sus ojos inmensos, como sólo las madres saben hacerlo, con esa mezcla de desvelo y de ternura... Mirándonos, nos dice a cada uno de nosotros: «A mi Hijo Jesús lo tengo en mi regazo, junto a mi corazón; está aquí, conmigo. Tú, hijo mío, ¿dónde estás?».

Nos quedamos literalmente asombrados ante la hermosura de la Virgen. Como destaca G. Palanas:

“queriendo crear una imagen de la belleza absoluta y manifestar claramente a los ángeles y a los hombres el poder de su arte, Dios ha hecho verdaderamente a María toda bella.
Ha reunido en ella las bellezas particulares distribuidas a las otras criaturas y la ha constituido común ornamento de todos los seres visibles e invisibles; o mejor, ha hecho de ella una síntesis de todas las perfecciones divinas, angélicas y humanas, una belleza sublime que embellece los dos mundos, que se eleva sobre la tierra hasta el cielo y que sobrepasa incluso este último."

Madre de Dios es el título principal de María y la fuente de todos sus privilegios, la causa de su belleza. Para hacerla digna Madre de su Hijo, el Padre la ha colmado de toda gracia y hermosura. Ser Madre de Dios, tal como la declaró el Concilio de Éfeso, es la más sublime diadema que puede portar María.

Pero éste es algo más que la suma de sus facciones. Suele decirse que es el espejo del alma. En este rostro se refleja la hermosura de Dios.

“Un lago limpio refleja el cielo. María es lago limpio a los ojos de Dios. Como un lago reverbera la luz y el cielo, así María refleja el cielo luminoso de Dios. María es hermosa porque Dios así la ha hecho. Pero su belleza no perturba, sino que pacifica; no es deslumbrante, sino recatada. Quien contempla el icono tiene que rendirse a esta evidencia y consentir en esta belleza interior, que le brota desde dentro, desde lo más hondo de su alma, habitada por Dios.La nota dominante emergente del rostro de María y que se impone a quien lo contempla es la paz serena de esos misteriosos ojos. Inmediatamente percibimos que estos ojos nos miran. Desde el primer momento nos están contemplando. ¿Qué dicen estos ojos silentes? No están mudos. No son dos piezas gélidas de negro carbón o azabache; comunican, conversan con nosotros”.

Los poetas suelen decir que los ojos son como dos pozos. En ellos se refleja el cielo estrellado. El cielo que es firmamento. Un firmamento algo inquebrantable y que permanece para siempre: la ternura infinita.

Dios ha concentrado la compasión de su mirada en esos dos ojos de María. Por eso el icono es llamado con acierto «la Virgen de la ternura». Son ojos de alguien que ha sufrido, manifiestan una pena incontenible: la propia de la Virgen del Viernes Santo, que ha asistido a la pasión de su Hijo y lo ha contemplado moribundo y muerto en la cruz.

Por eso, el autor la hace decir en verso al Niño:

Madre, déjame apoyar
mi cabeza en tu almohada,
mis nubes en tus mejillas,
mi corazón en tu llama.

Su madre le respondía
la ternura enajenada
, derritiéndose sus ojos
en miles de estrellas claras.

Cómo me llena, hijo mío,
cuando te aprieto y me abrazas;
eres mi tierno tesoro,
la joya de mis entrañas.

Tú eres mi mar y mi cielo,
el balcón de mi mirada,
partitura de mi risa,
de mi silencio cantata.

Ha sido Bernanos, quien en su obra el Diario del Cura Rural ha hecho una de las más bellas descripciones de María que se han escrito en la literatura universal y que dice así:

“La Virgen Santa no ha tenido ni triunfos ni milagros. Su Hijo no permitió que la gloria humana la rozara siquiera. Nadie ha vivido, ha sufrido y ha muerto con tanta sencillez y en una ignorancia tan profunda de su propia dignidad, de una dignidad que, sin embargo, la pone muy por encima de los ángeles.

Ella nació también sin pecado... ¡qué extraña soledad! Un arroyuelo tan puro, tan limpio que ella no pudo ver reflejada en él su propia imagen, hecha para la sola alegría de Dios Padre – ¡oh soledad sagrada!–...

Los antiguos demonios familiares del hombre, dueños y servidores al mismo tiempo, los terribles patriarcas que guiaron los primeros pasos de Adán en el umbral del mundo maldito, la Astucia y el Orgullo, contemplan desde lejos a esa criatura milagrosa que está fuera de su alcance, invulnerable y desarmada.

Es verdad que nuestra pobre especie no vale mucho, pero la infancia emociona siempre sus entrañas y la ignorancia de los pequeños le hace bajar los ojos, esos ojos que conocen el bien y el mal, esos ojos que han visto tantas cosas. ¡Pero no es más que la ignorancia al fin y al cabo!

La Virgen es la inocencia. Date cuenta de lo que nosotros somos para ella, nosotros, la raza humana. Ella detesta el pecado, naturalmente, pero no tiene de él ninguna experiencia, esa experiencia que ni siquiera les ha faltado a los más grandes santos, hasta al propio santo de Asís, con lo seráfico que fue.

La mirada de la Virgen es la única verdaderamente infantil, la única mirada de niño que se ha dignado fijarse en nuestra vergüenza y en nuestra desgracia.

Sí, hijo mío... Para rezar bien las oraciones que a ella dirigimos tenemos que sentir sobre nosotros esa mirada que no es del todo la de la inocencia –pues la inocencia va siempre acompañada, siempre, de alguna amarga experiencia–, sino de tierna compasión, de sorpresa dolorosa, de no sabemos qué sentimientos, una mirada inconcebible, inexpresable, que nos la muestra más joven que el pecado, más joven que la raza de la que ella es originaria y, aunque Madre por la gracia, Madre de las gracias, la más joven del género humano."

La Virgen de la inmaculada pureza, la Virgen Niña, la Virgen de la Inocencia. La única creatura que nació sin mancha y in pecado y que en su juventud pura, candorosa e inocente, guarda en su seno al Supremo Niño Inocente que va a nacer hoy en Belén, a la Medianoche

En El de un modo misterioso guarda también a todos los Niños inocentes de todos los tiempos, a los nacidos y a los por nacer, a los que han tenido y tendrán la gracia de nacer.

También guarda en su seno a todos los niños inocentes del mundo, nacidos o por nacer, que mueren todos los días, especialmente en nuestra Argentina actual como consecuencia del hambre, de las enfermedades, de las guerras como así también de ese horrible crimen que se llama aborto y que pretende justificarse en falsas razones de salud pública o de derechos sobre el propio cuerpo, como si pudiera estar en manos de la autoridad autorizar por una ley, por una sentencia o por un Protocolo de un simple Ministro el asesinato de miles de niños inocentes.

¿No ha sido suficiente con un Herodes en la historia de la humanidad para darse cuenta de que no es bueno, que no es digno, que carece de toda sensibilidad humana y moral asesinar con la participación del Estado a personas por nacer inocentes, como si los bebes merecieran ser tratados como una cosa inanimada o como una bacteria?

La Argentina no se merece esos asesinatos. Es una tierra que ha sido generosa y solidaria, en especial con lo más necesitados y, ¿que mas necesitados que una madre desesperada y un hijo por nacer?

Es a todas luces inadmisible que por la via de una simple resolución pretenda el Ministro Ginés imponer el aborto libre y gratuito, modificando el Código Penal, suprimiendo requisitos típicos de las figuras penales, modificando sustancialmente las causales, fijando nuevos derechos suprimiendo y distorsionando la objeción de conciencia personal e institucional, todo ello en contradicción con lo resuelto por el Congreso de la Nación durante el curso del año 2018 que rechazo el aborto.

Ha resultado una tarea muy ardua y difícil, casi imposible hacer una selección de algunas de las mejores punturas y poesías consagradas a María, porque la riqueza y la belleza artística son prácticamente inagotable.

Hemos elegido solo algunas de ellas guiados exclusivamente por el placer y el gozo de contemplarlas y hasta diría de rezarlas, pero no podemos sino aclarar a nuestros lectores que no somos especialistas en esta materia, por lo que les pedimos sinceramente que nos perdonen los olvidos que son solo consecuencia de nuestros defectos.

También sabrán disculparnos, queridos lectores, por lo poco que de editorial tiene esta nota, si es que por editorial se entiende, no solo una introducción al contenido de una revista, sino más y especialmente, una ubicación en el tiempo que estamos viviendo en nuestra Argentina actual y en el mundo, así como un análisis de los principales acontecimientos que han ocurrido en nuestro país y en el exterior desde el anterior numero, que son muchos e importantes, sin ir más lejos, las elecciones generales, el triunfo del peronismo y sus primeros días de gobierno.

Pero es que contemplar si quiera por un momento la belleza de María, mirar por un instante sus ojos, esos ojos en los que se refleja el cielo estrellado en su infinita dulzura, esos ojos que con ternura de Madre nos acarician con su mirada, esos ojos de un rostro inmaculado que no abraza y nos inunda como un Mar de la Gracia, esos ojos repletos de pura inocencia que disuelve con dulzura nuestros pecados, esos ojos compasivos y bondadosos que nos acompañan en nuestras tristezas y sufrimientos&hellip.

Al mirarla así a María, todos los que trabajamos intensamente en este número de VALORES nos olvidamos por un momento de todo lo que nos rodea, también de nuestras preocupaciones, incluso de esta Revista y enamorados con su mirada levantamos los ojos al cielo y solo atinamos a decir.

El ángel del Señor anunció a María.
Y ella concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.

Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
He aquí la esclava del Señor.
Hágase en mí según tu palabra.

Feliz la culpa que mereció tal Redentor!

Muy Feliz Navidad para todos nuestros lectores y para todos los hogares de nuestra Patria.

Juan Marcos Pueyrredon

Contenido Similar
Editorial

Por Juan Marcos Pueyrredón

Adeste Fideles

Concierto de Navidad. Orquesta y Coro RTVE Alfredo García l Barítono

Pensamientos de San Agustín sobre la Navidad

Nochebuena

Por Francisco Luis Bernárdez

La Virgen dela Ternura

Glosa antigua al celebre icono oriental de La Virgen de Vladimir o de la ternura

Romance de la Anunciación

Por Alfredo Bufano

La obra navideña de Jean-Paul Sartre

Bariona y el Hijo del Trueno, Fragmentos, Jean Paul Sartre

La Virgen de la Inocencia

Georges Bernanos, Diario de un cura rural, Barcelona 1951, 202.

Letanía inocente a la Virgen María

Martín Descalzo, Jose Luis

La Virgen del Mediodía

Paul Claudel